martes, 27 de septiembre de 2011

LAS HUELLAS DE HITLER

La versión más conocida es que se suicidó junto a Eva Braun. Pero tras el fin de la Segunda Guerra Mundial fueron muchas las historias que se tejieron alrededor de la muerte de Adolf Hitler. Que estaba escondido en un monasterio de budistas tibetanos, que había huido a España o que utilizó un submarino para llegar a Sudamérica o a la Antártida fueron algunos de los titulares de revistas y periódicos europeos como The Plain Truth, Bonjour y Le Monde.
Según De Nápoli, la historia oficial sobre la muerte de Hitler se ha apoyado en dos pilares que hasta hace poco parecían inconmovibles: un cráneo que la Unión Soviética expuso en Moscú como trofeo y la versión oficial creada por el historiador inglés Hugh Trevor-Roper, quien en 1945 recibió el encargo gubernamental de investigar la muerte de Hitler para rebatir las insinuaciones soviéticas de que aún estaba vivo.
“Las muestras que hemos analizado corresponden al cráneo de una mujer, sin lugar a dudas”, dijo a una agencia de periodismo la profesora de biología molecular y celular de esa universidad estadounidense, Linda Strausbaugh. Ella y un grupo de científicos forenses estudiaron unas muestras de ADN que el arqueólogo Nick Bellantoni obtuvo del supuesto cráneo de Hitler en un viaje a Rusia.
“Sabemos que el cráneo corresponde a una mujer de entre 20 y 40 años —declaró Bellantoni—; los huesos parecían muy finos. Los huesos de un hombre tienden a ser más robustos. Y las suturas donde se juntan las placas del cráneo parecen corresponder a alguien con menos de 40 años, pero Hitler tenía 56 al morir”, explicó.

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